viernes, 24 de junio de 2011

José Angel Valente

 
Latitud
 
No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.

Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.

El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes.

Luego del despertar....
 
Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.

Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.

Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.

 No me dejes vivir...
 
No me dejes vivir.
Ahógame en lo alto.
Sobre tu cuerpo enfurecido.

No me dejes vivir...
Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.

«Serán ceniza...»

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

sábado, 11 de junio de 2011

Francisco Brines




Aceptación

Saliste a la terraza
pensando que la brisa de la noche
podría devolverte al que eres siempre.
Mas la tibieza que en tu cuarto había
era un ámbito, allí, bajo la calma
de alejadas estrellas.
Olvidar pretendías unas horas
todavía recientes, la penumbra
que acercaba el latido de los dos,
y tus palabras qué serenas eran
como si a nadie las dijeses. Viste
la emoción de su rostro, su contorno
quemarse de belleza;
y esas mismas palabras te llenaban
de dolor y de sombra.
De nada te sirvió, cuando quedaste
solo, cegar la luz,
hacer brotar desde un rincón la música,
fortalecer tu fe con su joven pureza.
Sobre tu frente se rompían olas
gigantes: el calor
detenido del día,
el naufragio de un hombre que entregaba
la pasión de su vida en el espectro
doliente de la música (aún
como si la esperanza le alentase),
y te ardía el espíritu
porque sentías declinar tu vida.
Para ser el que fuiste
sales a la terraza, para ver
si un frío súbito derriba pronto
la plenitud del corazón. Tocas
el aire oscuro con los labios, oyes
los gritos fatigados de la calle,
la luminosa altura te estremece.
El tiempo va pasando, no retorna
nada de lo vivido;
el dolor, la alegría, se confunden
con la débil memoria,
después en el olvido son cegados.
y al dolor agradeces
que se desborde de tu frágil pecho
la firme aceptación de la existencia.

Alocución pagana

¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.

Cuando yo aún soy la vida

La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.

¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.

Sucesión de mí mismo

                                      Es ardiente el pasado, e imposible:
                                            breve noche de amor conmigo mismo.
                                                                                                                F. B.

Al aire del jardín
la cama está revuelta de sábanas y luna,
y en ellas está el cuerpo solitario y desnudo.
Velan los ojos, en las sombras del pino plateado, la hiedra de
                                                                           las tapias,
y la vida furtiva de los astros.

Un bulto juvenil de la penumbra surge
y ha subido sin ropas a mi lecho,
y en la tarea del amor completa
la noche ahora tan breve.
Este mudo muchacho está encendido
de una pasión oscura y alejada,
y sus dientes furiosos y su lengua dulcísima
rescatan de mi carne la densidad del tiempo.
En el azar del mundo su vida ha retornado
con revueltos cabellos, y ahora mudo,
y ha cruzado después las puertas de la noche.

Desde el balcón le espío
llegar hasta la esquina de la casa,
y allí ha permanecido en la mejilla de la primera luz.
Con el sol y los pájaros el día se hace largo,
y en la esquina el muchacho ya es este mudo anciano que
                                                                 vigila el balcón
allí donde él se mira con un cuerpo aún robusto y fatigado.

Borrada juventud, perdida vida, ¿en qué cueva de sombras
                                                       arrojar las palabras?

miércoles, 8 de junio de 2011

Charlie Parker


Biografía 

    Nació en el seno de una familia humilde en un barrio de Kansas City.  Con 13 años ingresó en el "College Lincoln" donde se despertó en él el interés por la música. Empezó a estudiar bajo la dirección de Alonzo Lewis, que había tenido como alumno suyo anteriormente a Walter Page entre otros. En la banda de alumnos del colegio, le pusieron a  tocar la tuba, pero su madre -bendita madre- no lo consideró un instrumento adecuado para el y con sus ahorros le compró su primer saxo alto.

     Aprendió el instrumento de forma autodidacta e intentando al principio imitar a los grandes saxofonistas de Kansas City, como Ben Webster  y sobre todo, Lester Young. Era 1935, y con tan solo quince años tenía el carné de músico profesional del "Local 627", sindicato de músicos de Kansas; se acababa de casar con una compañera del colegio mayor que el;  iba a ser padre y ya había probado todo tipo de estupefacientes en una ciudad, Kansas City, cuyo alcalde, Tom Pendergast, era un notorio gangster. En 1938 después de que el clarinetista, Buster Smith, le aconsejara sobre la técnica del saxofón y el uso adecuado de las boquillas y cañas, se marcha a Chicago y de allí salta a New York. Sobrevive fregando platos en un restaurante donde Art Tatum, tocaba el piano y tras cuatro de años con el carné de músico y tras varias experiencias importantes, Charlie Parker entra en la banda del pianista, Jay McShann, con quien permanecerá hasta 1942, siendo un elemento fundamental en la sección de saxos. Con Jay McShann, grabará sus primeros discos importantes y en ellos está el germen del genio extraordinario que vendría poco después. En una de las estancias de la orquesta de McShann en el Savoy Ballroom de Harlem, se cruza por primera vez con quien seria su alter ego musical, el trompetista, Dizzy Gillespie.

     Cuando McShann, decidió regresar con la orquesta a Kansas City, Parker optó por quedarse en New York, y participar en la agitada vida musical de la ciudad. Sus jam sesión en el Minton's Playhouse, eran diarias y en ese tiempo, el sustento económico lo proporcionaba un contrato con la orquesta de Earl Hines. De aquel periodo no hay grabaciones debido a la prohibición de grabar discos que se prolongó hasta bien entrado 1944. En aquella banda cantaba un músico que posteriormente formaría la primera bigband bop de la historia; estamos hablando de la orquesta de Billy Eckstines y por la que desfilarían futuros gigantes del jazz moderno: Art Blakey, Miles Davis o Tadd Dameron. "Bird" apodo por el que ya se le conocía, dejó pronto la orquesta y forma un cuarteto para tocar en el club "Three Deuces" de la Calle 52 en una sesión liderada por el guitarrista Tiny Grimes para el sello Savoy. El bebop, estaba a punto de llegar.

     En 1945, Charlie Parker grabará junto a Dizzy Gillespie, una serie de discos que, para la historia, quedaran como los primeros verdaderos testimonios de esa nueva forma de jazz. La música contenida en las sesiones de Savoy (1944-1948) y Dial (1945-1947) son hoy indiscutibles clásicos del jazz. En Diciembre de aquel año, encabezando con Dizzy un sexteto estelar se marcho a California con un contrata para tocar en el club "Billy Berg's" de Los Ángeles y la experiencia es un fracaso musical y económicamente. La adicción de Parker a la heroína es total y hay noches que no aparece por el club, lo que provoca que Dizzy Gillespie decidiera no tocar mas con el, cosa que cumple con contadísimas excepciones. Cuando Gillespie regresa a New York, Parker se queda en Los Ángeles dada la relativa facilidad con que allí encontraba la heroína. Su cuerpo no resistió y tuvo que ser ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Camarillo, después de una sesión fatídica de grabación de la que salió un angustioso "Lover Man" con Parker casi sin poder sujetar el saxo.

     Siete meses después, desintoxicado, pero nunca curado, regresa a New York e iniciará a partir de 1947 y durante cuatro años, la etapa mas brillante y creativa de su carrera. Charlie Parker, llevó el mensaje del bebop por los clubes mas importantes de New York, -incluyendo el que inauguraron en 1949, cerca d Broadway y que bautizaron "Birdland" en su honor- y de las principales ciudades del país. Firma un contrato con el sello Verve, tercera estación de paso obligatoria en su discográfica junto a las sesiones grabadas para Savoy y Dial. Empieza a llegarle los honores cuando las revistas especializadas: Down Beat y Metronome, lo eligen varias veces como "Numero Uno" en su instrumento. 1949, es el año de su primer viaje a Europa con ocasión del Primer Festival Internacional de Jazz de Paris. En 1950 vuelve a visitar Europa tocando en Escandinavia y en 1951, lo hace en una gira organizada por Norman Granz bajo el patrocinio del JATP.

     Nuevas recaídas con la droga le avisan del estado de salud, y provocan que le sea retirado el carné para poder tocar en los locales de New York. Mantiene una relación amorosa y sentimental con Chan Richardson que le da un hijo y una hija. Es la muerte prematura de esta ultima en 1954 la que acelera su fin. Alterna sesiones musicales grandiosas con estados depresivos cada vez mas frecuentes, bebe como un cosaco y su conducta es cada vez mas caótica hasta el punto de que intenta suicidarse de nuevo. Su ultima aparición en Birdland, el 5 de marzo de 1955 será una autentica catástrofe. El día 9 sintiéndose mal se refugia en la casa de la Baronesa Pannonica de Koenigwarter donde falleció mientras miraba un show cómico en la TV.

     Charlie Parker, tenía 35 años y su muerte según el parte médico del forense - que dejó escrito que el cadáver era de un hombre que aparentaba 60 años- fue producto de una combinación entre neumonía, ulcera de estomago, cirrosis e infarto posterior. Al día siguiente, apareció por todas las paredes de New York, y en los vagones de metro, graffitis e inscripciones que decían: "BIRD LIVES". Y tenían razón. Charlie Parker, el más extraordinario saxo alto y el mas grande improvisador de toda la historia del jazz, había, en poco mas de una década, cambiado con su música el curso de esa misma historia de forma imparable y las consecuencias de su gigantesca aportación sigue hoy tan valida como entonces. 
  


José Luis Hidalgo


Algo más

Nunca he sabido si acaso la muerte
era algo más que tocar una rosa
y sentir que sus pétalos rojos
se ocultaban, de pronto, en la sombra.

Me he perdido de noche en un bosque
y vino a encontrarme la luz de la aurora,
y he comprendido que el sol encendido
dora de nuevo las lívidas lomas.

Porque la muerte no toca a los hombres
cuando en lo oscuro sus cuerpos se borran.
Sabe la tierra que late su entraña,
sabe la noche que todo retorna.

Sólo los hombres no saben. Pensamos
que el corazón es igual que la rosa.

Amor así

Cuando dos cuerpos se unen para amar,
se quema más despacio la soledad de la tierra.

De corazón a corazón, de hueso a hueso,
saltan pájaros ardiendo como puñales
piel del mundo o deseo donde la carne gime,
un gran río desnudo de inesperados crisantemos.
Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,
se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida
perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,
que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge
como un fantasma solitario y oculto.
Hombre o mujer, árboles vibrantes,
hirvientes besos estrujados y un ángel.

Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre.


Nacimiento

Ha llegado la noche para todos:
yo reclino la frente en esta piedra,
donde los siglos ciegamente pasan,
mientras fulgen, arriba, las estrellas.

Entre duros peñascos me arregazan
los brazos maternales de la tierra.
Soy un hombre desnudo. Hoy he nacido,
como una larga luz, en su corteza.

Ni me muero, ni sueño. Abro los ojos
y extendiendo mis manos verdaderas
toco el origen de mi ser humano,
el vientre elemental que me naciera.

Y, en la frente, la roca, su llamada,
la vida en destrucción que, ardiendo, espera
la voz de Dios, que sobre el mundo clama
y se rompe, temblando, en las estrellas.


¿Por qué voy a Llorarme? Los árboles no lloran...

¿Por qué voy a Llorarme? Los árboles no lloran
cuando el hacha furiosa les hiere la madera.
Yo sólo he preguntado si tu mano sombría
con nuestros troncos lívidos enciende sus hogueras.

Lloro a los que han caído porque son de mi bosque,
pero yo sigo erguido cantando en las tinieblas.
Pisando las cenizas heladas de su ruina,
avanzo hacia ese fuego soñado en que me esperas.

Soy joven como el mundo, mas lloro desde siempre,
aunque todas mis hojas huelen a primavera.
Pero a mí no me lloro, porque tengo mi vida
y su efímera carne por Ti también se quema.

Romance lento

Mis manos acarician
el torso de la sombra.
Desnudo por mis dedos
se ha deslizado y tiembla
un palpitar lejano
de luces y de nieblas...
 

Yo siento por mi cuerpo
esa nostalgia honda
del silencio enterrado
debajo de las piedras.


Un sollozar oscuro
se pierde en la penumbra
de la tristeza fría
que el alma entera sueña...
 

El cielo brota muerto
encima de la tierra.

lunes, 6 de junio de 2011

Blas de Otero



Ciegamente

Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente. diente a diente,
vos bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
porque busco tu noche toda entera.

Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.


En el principio

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.


Ímpetu

Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
y encima de este otro, un ancho río

de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
mi corazón en pie, rayo sombrío.

Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
sin dudar, sobre abismos infinitos,
con la mano tendida: si no alcanzo

con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
al mar, desde una fronda de apetitos.

Rainer Maria Rilke

  
 Mi vida no es...
 Mi vida no es esta hora abrupta
en la que me ves precipitado.
Soy como un árbol ante mí decorado,
no soy más que una de mis bocas,
la primera que habrá de callarse.

Soy el intervalo entre dos notas
que sólo con dificultad armonizan,
porque la de la muerte subir más alto quisiera...
Pero, ambas, vibrando en la pausa oscura,
se han reconciliado.

Y el canto es hermoso.
 
Día de otoño

Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.


Por ti, para que tú un día llegaras...
 
Por ti, para que tú un día llegaras,
¿no respiraba yo a media noche
el flujo que ascendía de las noches?
Porque esperaba, con magnificencias
casi inagotables, saciar tu rostro
cuando reposó una vez contra el mío
en infinita suposición.
Silencioso se hizo espacio en mis rasgos;
para responder a tu gran mirada
se espejaba, se ahondaba mi sangre.
¡Qué expresión fue sembrada en mi interior
para que, cuando crece tu sonrisa,
proyecte sobre ti espacio cósmico!
Pero tú no vienes, o vienes demasiado tarde.
Precipitaros, ángeles, sobre este
linar azul. ¡Segad, segad, oh ángeles!

Todos cuantos te buscan a tientas...

Todos cuantos te buscan a tientas.
Y quienes te encuentran te atan
al gesto y a la imagen.

Yo en cambio quiero comprenderte
como te comprende la tierra;
con mi madurar
madura tu reino.

No quiero de ti vanidad alguna
que te demuestre.
Sé que el tiempo
no se llama como tú.
No hagas por mí milagros.
Da la razón a tus leyes
que de generación
se tornan más visibles.

miércoles, 1 de junio de 2011

Samuel Barber - Adagio para cuerdas


Biografía: 

(West Chester, 1910 - Nueva York, 1981) Compositor estadounidense. A los 11 años mostró su precoz talento musical al escribir la opereta The Rose Tree. Sus tíos, la cantante Louise Homer y el compositor Sidney Homer le animaron a dedicarse a la música en profundidad. Entre 1924 y 1932 estudió en el Curtis Institute de Filadelfia con Isabelle Vengerova (piano), Emilio de Gogorza (canto) y Rosario Scalero (composición). En este mismo centro fue profesor de orquestación entre 1938 y 1942. En 1928 trabó amistad con Gian Carlo Menotti, quien influiría posteriormente en su carrera compositiva.
Pasó unos años en Europa y fue en el viejo continente donde tomó contacto con la música de los post-románticos. Amplió sus estudios de canto y dirección orquestal en Viena con John Braun y, a partir de la década de los años 30, comenzó a cantar como barítono profesional. Durante su corta carrera como cantante realizó la grabación de su propia serie de canciones Dover Beach, basadas en textos de Matthew Arnold, por la que recibió calurosos elogios.

En 1928 le fue concedido su primer galardón como compositor: el premio Bear por su Sonata para Violín. Tres años más tarde, volvió a ganar el citado premio con su obertura The School for Scandal. En 1934 le fue otorgado el Premio de Roma, que le posibilitó pasar dos años en la capital italiana. Allí escribió su Symphony in One Movement, estrenada en el Festival de Salzburgo en 1937. 

En 1938, Toscanini dirigió en Nueva York su primer Ensayo para orquesta (1937) y su Adagio para cuerda (extracto del Cuarteto para cuerda op.11, de 1936), interpretados por la Orquesta Sinfónica de la NBC. En plena contienda mundial, adquirió junto a Menotti la casa de campo “Capricorn”, que se convertiría pronto en lugar de reunión para intelectuales y artistas. En ese período compuso su Segunda Sinfonía -un encargo del ejército del aire americano-, así como su Concierto para Violonchelo y la canción orquestal Knoxville: Summer of 1915.
En 1946, nada más acabar la Segunda Guerra Mundial, escribió el ballet Medea por encargo de la bailarina y coreógrafa Martha Graham. También recibió un encargo para celebrar el 25 aniversario de la Liga Americana de Compositores que se materializó en su Sonata Para Piano (1949), estrenada por Vladimir Horowitz. En el campo de la ópera se introdujo con Vanessa, estrenada en 1958 en el Metropolitan Opera de Nueva York y ganadora de un Premio Pulitzer. 
Cuatro años más tarde, su Concierto para Piano le hizo ganar su segundo Pulitzer. En 1966 le fue encargada Anthony and Cleopatra, obra estrenada durante la inauguración de la nueva Metropolitan Opera en el Lincoln Center. A partir de ese momento, Barber sufrió crisis depresivas que mermaron su creatividad y que le llevaron a concentrarse en la música vocal de pequeño formato, si bien en este período logró escribir la cantata titulada The Lovers y parte de un concierto para oboe antes de fallecer en 1981. En 1976 se le había concedido la medalla de oro de música en la American Academy and Institute of Arts and Letters, como reconocimiento a su fructífera carrera.

Samuel Barber fue un compositor interesado en acercar la música culta a franjas más amplias de la población. A diferencia de sus contemporáneos, no se preocupó demasiado por las técnicas musicales de vanguardia. Su lenguaje es expresivo y lírico y se basa en el sistema tonal de finales del siglo XIX, si bien le incorporó algunos elementos como el cromatismo y la ambigüedad tonal a partir de la década de 1940. Tampoco prestó especial atención a elementos de la cultura musical norteamericana como el folk o el jazz, tan empleados por otros compositores estadounidenses de la talla de Copland o Blitzstein. Sólo en algunas de sus obras como Excursions o Knoxville: Summer of 1915 encontramos ritmos populares americanos como el blues.

La producción de Barber abarca prácticamente todos los géneros, si bien su gran interés por la voz humana le llevó a escribir numerosas obras vocales basadas en textos de escritores como Joyce, James Stephens, Emily Dickinson o Rilke. Su ciclo de canciones Despite and Still op. 41 está dedicado a la soprano Leontyne Price y se caracteriza por sus frecuentes alusiones a la soledad y a la nostalgia del amor perdido a través de armonías ricas en cromatismos y disonancias. 

Una de las principales características de la música de Barber es su uso de largas líneas melódicas, lo que se advierte a la perfección en su célebre Adagio para cuerdas, una página compuesta en 1936. En sus obras orquestales suele conceder las partes solistas a los instrumentos de viento-madera, además de utilizar a menudo un lenguaje contrapuntístico de gran fluidez y una orquestación de gran colorido.