PERDIDO
Perdido
en los laberintos de la niebla,
sueño,
y todas las cabezas
se me esfuman
al intentar acariciarlas.
Desaparecen, sí,
y todo lo que queda
es el roce insinuado,
el labio arrebatado,
el enorme vacío
tan sólo quebrantado
por esa llama,
por esa llaga,
por ese olvido adivinado,
por el cuchillo ensangrentado
de recuerdos
de recuerdos
de recuerdos.
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